Todos pensábamos que existía una pequeña posibilidad de ganar la liga, sobre todo después de ponernos en vísperas del clásico a sólo 4 puntos. Los madridistas estábamos animados. Pero el sueño terminó ayer con el resultado tan humillante obtenido en el Santiago Bernabeu.
Sabíamos que el Barcelona era mejor, que su juego era impecable pero aún así también sabíamos que el Madrid es especialista en ganar en situaciones difíciles y correr contra corriente. Pero la verdad es que no dimos la talla. Un resultado así delante de nuestra afición es como para plantearse un cambio radical, no tanto de jugadores como si de mentalidad. Puede que la esperanza esté en las futuras elecciones y los cambios prometidos pero para eso habremos pasado una temporada en blanco y humillados por el eterno rival que va camino de ganar las tres competiciones en las que se encuentra.
Mientras tanto nosotros seguiremos soñando con que el año que viene podemos ganar las tres o dos o al menos una de ellas. No tengo demasiados ánimos para seguir hablando del tema, sólo dar la enhorabuena a los seguidores del Barcelona y esperar que algún día el Madrid pueda llegar a formar un equipo así.